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Querida Kiantha: Convierta el trauma colectivo en compromiso con la comunidad y la seguridad
Querida Kiantha,
Eran niños. La comunidad de Uvalde nunca será la misma y en verdad yo tampoco. ¿Cómo avanzamos cuando cosas como esta siguen sucediendo en nuestro país?
Querido Nunca lo mismo,
En la noche del 24 de mayo, me acosté en la cama emocionalmente agotada. Mis ojos rojos y ardientes por todo el llanto y el enjugue que había hecho todo el día. No tenía palabras. No podía articular lo que estaba sintiendo ya que no podía formar oraciones completas. El único sonido que podía producir era un gemido profundo en el pecho para significar toda la tristeza y el dolor que sentía y sigo sintiendo.
Yo, como tú, nunca seré la misma. El trauma que experimentamos colectivamente cada vez que ocurren estos asesinatos insondables nos cambia en nuestro núcleo. Los sentimientos de ira, miedo e impotencia nos hacen heridas en nuestro espíritu. Cada vez que ocurre una tragedia como esta en nuestra nación nos quedamos dando vueltas en un ciclo de si. ¿Qué habría pasado si esta persona hubiera hecho “esto”, o esa persona hubiera hecho “aquello”?
¿Qué habría pasado si los conservadores hubieran aprobado una legislación de armas más estricta después de la última vez que sucedió algo como esto? ¿Qué habría pasado si los liberales hubieran dejado de interponerse en el camino de la policía que protege a nuestros niños y maestros en las escuelas? ¿Qué habría pasado si los maestros hubieran estado armados? ¿Qué habría pasado si el personal de primeros auxilios hubiera respondido de manera diferente, más decisiva? ¿Se podría haber evitado algo de esto?
Si bien todas estas son preguntas razonables a raíz de una situación de esta magnitud, nuestro deseo de responsabilizar a alguien, a algún sistema, no disminuye el trauma que todos estamos experimentando.
Avanzar se vuelve cada vez más difícil. Encontrar luz al final de estos túneles oscuros se vuelve más difícil después de cada evento catastrófico.
Esta es nuestra verdad y no hay una manera ordenada de envolver nuestras mentes alrededor de nuestra realidad aparentemente oscura.
Mientras nos sentamos con las secuelas después de este atroz evento, debemos seguir aferrándonos firmemente a la creencia de que como país somos mejores que esto.
Nuestro país continuará llorando en los próximos meses y nuestros corazones colectivos permanecerán rotos hasta que podamos decidir juntos cómo hacer de nuestra seguridad colectiva un valor compartido. Incluso entonces, no podemos recuperar las 21 vidas perdidas, pero podemos honrarlas permitiendo que sus vidas y muertes nos impulsen a un compromiso más profundo con la comunidad y la seguridad para todos.
De Alma a alma,
Kiantha
Querido Kiantha se puede leer los viernes en The Spokesman-Review. Para leer esta columna en español, visite www.spokesman.com. Para enviar una pregunta, envíe un correo electrónico a DearKiantha@gmail.com.