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Querida Kiantha: La persona que será elegida presidenta debe hacer algo más que brillar en el escenario
Queridos amigos,
La semana pasada fue una gran semana para ustedes y para mí, ya que vimos el 21 de julio de 2024 al presidente en funciones retirarse de la carrera presidencial de 2024 después de enfrentar críticas sobre su edad y bienestar físico.
Si bien hubo muchas especulaciones antes de su anuncio, parecía desde el balcón que esta decisión era la voluntad de su partido, aunque el anuncio fue un shock para aquellos que esperaban con ansias su próxima escena en el programa de mayor duración en la historia de Estados Unidos.
Dada la carrera de cinco décadas del presidente Joe Biden en la política, sus partidarios se encontraron al borde de sus asientos figurativos esperando su llegada al centro del escenario para la próxima temporada. Lo que no esperaban era que hiciera su última reverencia.
Para algunos, saber que no habría bis, ni regreso al centro del escenario para Joe Biden en el papel de intérprete principal en la obra más prestigiosa escrita en la historia de Estados Unidos fue desgarrador. Se derramaron lágrimas, comenzaron los homenajes y surgieron temores sobre quién sería su reemplazo.
Para otros, el anuncio del acto final de Biden ofreció esperanza y una oportunidad para que este papel clásico estadounidense fuera revisado, actualizado y rehecho de nuevo. Mucha gente se sienta a esperar ansiosamente a ver quién será elegido como el protagonista en este poderoso papel. Para ellos está claro quién es el actor más adecuado para este papel.
A medida que vemos a los que se presentan a la audición llegar de cerca y de lejos con la esperanza de ser elegidos para el codiciado papel, vemos a personas con experiencia previa en el papel que ofrecen su perspectiva única. Para algunos es una obviedad, por supuesto, alguien que haya interpretado el papel sería el más adecuado para volver a interpretarlo.
Hay otros que llegan a la audición sin experiencia, proponiendo que la inexperiencia puede ser un catalizador para la innovación.
Finalmente, algunos se han presentado a la audición con experiencia como suplentes para el papel principal, sintiendo que son los mejores para asumir el papel, ya que han estudiado y memorizado el guión en caso de que sean llamados al escenario.
Hay argumentos válidos sobre cómo podría o debería elegir llenar el papel. Después de todo, todo el mundo estará viendo el espectáculo. Sin embargo, lo que me ha desgarrado ha sido ver los intentos de desalentar, derribar y desacreditar a quienes sueñan con esta toma en el centro del escenario en función de su género, el color de su piel o su edad.
Creo que todos los grandes directores de teatro estarían de acuerdo en que, si bien puede haber una interpretación vaga de cómo podría verse un personaje en una obra, lo que más importa es lo que encarna el actor, ya que el traje o la capa exterior no es más que un accesorio apenas velado. El éxito y la eficacia de este papel no están ligados de ninguna manera al cuerpo del intérprete, sino a la habilidad y el arte de la actuación.
A medida que observamos colectivamente y prestamos nuestra opinión al desarrollo de este reparto, ¿podríamos considerar hacerlo con nuestras mentes abiertas a quién interpretará mejor el papel y no al color, género o edad del actor principal?
Al fin y al cabo, todos tenemos abonos para el espectáculo y será necesaria nuestra asistencia.
De alma a alma, Kiantha